PARASHÁ KI TAVÓ: La alegria
Desde el día en que nacemos hasta el último
momento que vivimos, y después en el más allá, lo único que buscamos es estar alegres.
Las personas trabajan toda la vida para vivir con alegría, hacen dinero para
comprarse cosas que le otorguen alegría, salen de vacaciones para estar alegre,
se casan para estar felices (eso es lo que piensan antes de la boda), traen
niños al mundo para alegrarse con ellos. Todo lo que hacemos está alrededor de
la alegría. ¿Cómo alegrase?, es la preocupación de todo ser humano, no solo a
nivel material sino también a nivel espiritual.
La persona estudia Torá porque
esta lo alegra: “Pikudé Hashem Yesharim Mesamejé Lev – Las leyes de Dios son
correctas y alegran los corazones”. La persona cumple mitzvot para llegar al
mundo venidero, allá vivirá eternamente con alegría. Como lo dijo el rey David:
“Samajti Beomrim Li Beit Hashem Nelej – Me alegro cuando me dicen que vamos a
la casa de Dios”, cuando vamos al Templo o al mundo venidero, que es la casa de
Dios, me alegro. Me alegro que me digan que recibí el mundo venidero porque
allá todo es alegría. La pregunta es: ¿podemos conseguir la alegría en todas
esas cosas? Nuestros ojos vieron a gente rica, que no les faltaba nada, una
casa bonita, carros, sirvientes, dinero en abundancia, pero lo que jamás vieron
fue una sonrisa en sus caras, un gesto de alegría. Muchos se casan para ser
felices, pero podemos ver muchísimas parejas que están muy tristes, amargadas.
Tienen niños, supuestamente para alegrarse con ellos, pero lo que están es consumiéndose
por ellos de tantos problemas y sufrimientos que estos les causan. Muchas veces
vemos, en el ámbito espiritual, gente que han vuelto en teshuvá con cara de
Tishá Beav, casas religiosas sin alegría, Abrejim tristes, rabinos amargados.
Es una realidad. ¿Qué es eso que genera tanta alegría en la persona?, ¿Cómo se
adquiere?, no es lógico pensar que todo el mundo, a lo largo de todas las
generaciones, han buscado algo y no hayan encontrado el gran secreto, la puerta
de la alegría. La respuesta a estas preguntas la encontramos en nuestra Parashá:
“Vesamajta Bekol Hatov Asher Natán Lejá Hashem – Y te alegrarás con todo lo
bueno que te dio Dios” (Deuteronomio 26:11). Es decir, la alegría no está
relacionada a nada. No al dinero, no a la familia, no a las vacaciones, incluso
no está relacionada a cosas espirituales. La alegría es una bendición por si sola.
La Torá, en esta Parashá, nos bendice que seamos felices con todo lo bueno. Es
decir, que todo lo que Dios nos da es bueno y que por esto debemos alegrarnos
con él. Bueno, es un concepto que contempla tanto lo material como lo
espiritual. Cuando Dios creó al mundo, material, cada día decía: “Vayar Hashem
Ki Tov – Y vio Hashem que era bueno”. También a la Torá se a calificó como
buena: “Ki Lekaj Tov Natati Lajem – Porque una ley buena, les dí a ustedes”. Por
eso en nuestra Parashá dice que nos debemos alegrar con lo bueno, alegrar con
todo. Todos nosotros buscamos ciegamente el dinero, pensando que la felicidad
depende de él. Pedimos a Dios que nos mande el dinero, pero no pedimos que nos
alegremos con él, ya que pensamos que si tenemos dinero, automáticamente tendremos
alegrías.
Nos casamos pensando que toda la vida nuestra novia se llamará
alegría. Debemos aprender que cuando pidamos a Dios, por lo que sea, debemos
decirle también que nos alegre con eso. También en el estudio de la Torá,
debemos pedirle a Dios que nos alegremos estudiando. Por eso, decimos en la
tefilá: “Kadeshenu Bemitzvoteja, Sim Jelkenu Betorataj, Sabeenu Mitubaj, Sameaj
Nafshenu Bishuataj - Santifícanos con tus preceptos, pon nuestra parte en la
Torá, sácianos con lo bueno, alegra nuestras almas con tu redención”. Es decir,
le pedimos a Dios que nos ayude a cumplir con todos los preceptos, a estudiar Torá,
que nos sacie con lo bueno y que en todas las cosas esté ese ingrediente tan
preciado, la alegría. Cuando pedimos, que tengamos el mérito de vivir en
Israel, lo hacemos, agregando: Con alegría. “Taalenu Besimjá Leartzenu – Súbenos,
con alegría, a nuestra tierra”. A los novios los bendecimos que sean felices,
ya que no sirve de nada el casamiento si no son felices, de nada nos sirve el
dinero si no estamos felices, saber Torá si no somos felices. Por eso, debemos
pedir siempre, que en cada cosa buena que recibamos, venga anexado un bono extra,
llamado alegría. Muchas personas se
preguntarán: ¿para qué pedir por la alegría al pedir dinero, si está
sobreentendido que el dinero que necesito es para ser feliz? Los novios se
preguntaran ¿para qué pedir por la alegría, si cuando pedimos porque seamos una
pareja ideal, sin ningún tipo de roces, está sobreentendido que es porque
queremos ser felices? Para esto hay que entender que toda tefilá tiene que ser estrictamente
pronunciada, claramente, ¿qué es lo que necesitamos? No podemos rezarle a Dios
diciéndole: Dios mándame lo que me hace falta, que tú ya lo sabes. Si por
ejemplo pediste una mesa, y no dijiste sillas, entonces en los cielos anotan que
pediste una mesa sin sillas. En el Midrash es relatada una anécdota con un
rabino que estaba andando por el camino, cuando se cansó le pidió a Dios que le
mandara un burro, “Mándame un burro”, en ese momento pasó un ministro romano y
le ordenó en nombre del Imperio, que tomase a un burrito que recién había
nacido, pero que no podía andar bien, encima de sus espaldas y que lo lleve
hasta la ciudad. Como no tenía opción, tuvo el rabino que levantar al burrito,
y dijo: Esto me pasó por pedir un burro, mejor hubiera pedido un burro para montarme
encima de él. Es por eso que Yaakov Abinu rezaba a Dios que le diera pan para
comer, ropa para vestir, etc. Es por eso que también demos rezar a Dios que nos
mande dinero, pero con alegría incluida, porque si no es así ¿de qué nos sirven
los millones en el banco, si no tenemos ni siquiera un centavo de alegría en el
corazón? En proverbios, el rey Shlomó escribió dos versículos que hablan de
este tema. “Tov Arujá Yerek Beahaba Sham, MeShor Abús Besiná Bo – Es mejor una
comida de vegetales con alegría, que un Steak de carne con odio” (Proverbios
15:17). Es decir, preferimos tener poco, como para comer una comida de
vegetales, pero con alegría y amor, que tener mucho con odio y tristeza.
También el rey Shlomó escribió: “Tov Pat Jarabá Beshalvá MiBayit Malé Zibjé Rib
– Más vale un bocado de pan seco con tranquilidad que una casa llena de
festines con reyertas” (Proverbios 17:1). Es decir, es preferible comer pan con
manteca en una casa alegre, donde todos ríen, están contentos que comer en una
casa llena de todo lo bueno, con sirvientas, cocinas modernas, muebles caros,
colección de carros, alfombras de esquina a esquina… pero con peleas, sufrimientos
y tristezas. Por eso cada vez que recemos debemos pedir y hacer más hincapié en
el aspecto de la alegría que en lo bueno, que estamos pidiendo en sí. Lo bueno
no está estrictamente relacionado con la alegría, la alegría es un regalo de
Dios, viene aparte. Esto lo vemos insinuado en la Torá, cada vez que dice
“Vehayá –Y fue” se está refiriendo con alegría. Si analizamos, las letras que componen
la palabra Vehayá son las mismas letras que conforman el nombre de Dios, en
hebreo. Dándonos a entender que la felicidad, la alegría depende únicamente de
Dios, y no del dinero, ni de lo físico, ni de lo material. Por eso cuando
recemos hay que pedirle a Dios que nos mande la alegría. También que nos ayude
a volver en teshuvá alegremente, a estudiar Torá con alegría, cumplir los
preceptos con alegría, para que se cumpla el versículo que dijo el rey David:
“Pikudé Hashem Yesharim Mesamejé Lev – Las leyes de Dios son correctas y
alegran los corazones”. Que sea la voluntad de Dios que nos mande de todo lo
bueno, pero que venga acompañado también de ese tesoro que tanto nosotros
buscamos, de la alegría. Amén.
Tomado del libro las alturas de mi pueblo.
Tomado del libro las alturas de mi pueblo.