Parshat Shelaj: Acerca de la enseñanza que obtenemos de la Mitzvá de tzitzit
En esta Sijá el
Rebe explica el prerrequisito indispensable en el cumplimiento de las mitzvot, el reconocimiento que éstas provienen de lo Alto trascendiendo la razón y lógica humana.
Bsd.
Está escrito en el Midrash que
Moshé Rabeinu se dirigió a Di-s preguntando: ¿Cuál es el sentido de haberle
entregado la Torá y las mitzvot a los judíos? ¡Ellos se encuentran en este
mundo físico y burdo, cosa que puede causar que olviden todo el tema’! Di-s le
respondió: ‘Les voy a conceder la mitzvá de tzitzit, y a través de ella van a
recordar todas las mitzvot, pues la suma del valor de las letras hebreas que
conforman la palabra tzitzit es 600, más los 8 flecos y los 5 nudos resulta
613, así, los tzitzit, traen a la memoria todas las mitzvot, conforme lo
expresa la Escritura: Y los mirareis y recordareis todos los preceptos de
Di-s’.
Este concepto requiere ser
comprendido: Si la finalidad de los tzitzit – los flecos– es recordar las
mitzvot, ¿para qué es necesario el talit –la vestimenta de la cual penden los
flecos–? A simple vista, lo primordial son los tztzit que evocan las 613
mitzvot, como se explicó antes, entonces, ¡Se podría tomar sólo los flecos!
¿Cuál es la necesidad del talit?
La explicación del tema es la
siguiente: El talit es makif –un manto envolvente– no es como el alimento que
el individuo introduce en su interior, sino, se trata de una vestimenta que lo
rodea exteriormente, imposible de asimilar por dentro. El mensaje y enseñanza de
esto es que el judío debe saber que las 613 mitzvot aludidas en los tzitzit
tienen su origen en, y parten de, el talit, es decir, de ‘algo’ que ‘rodea’ a
la persona, trasciende la razón, esto es, la Voluntad Divina imposible de
‘digerir’ e internalizar intelectualmente.
Si la persona toma sólo los
tzitzit, sin el talit, su acto no constituye una mitzvá en absoluto y nada le
trae a la memoria. Exclusivamente, cuando el judío toma los tzitzit tal como
éstos penden del talit, es decir, cuando él sabe y reconoce que toda la
cuestión de Torá y mitzvot proviene de ‘algo’ que es absolutamente imposible de
captar racionalmente, la Voluntad de Di-s, entonces, y sólo entonces, el acto
se considera una mitzvá.
El párrafo bíblico vinculado a la
mitzvá de tzitzit finaliza: ‘Yo soy Di-s vuestro Di-s que os saqué de la tierra
de Egipto’. El judío puede ‘hacer la cuenta’ y pensar que la forma de vida de
la Torá se contrapone con los hábitos del resto del mundo. De él se demanda que
interrumpa toda su actividad y respete el Shabat y las Festividades, e incluso
se le pide que añada a ellos mejol al haKodesh, y esto, a pesar que tiene
competidores tanto gentiles, como lehavdil, judíos que no observan el Shabat.
También de él se demanda que lo primero que debe hacer al levantarse por las
mañanas es rezar y luego tener un momento fijo para estudiar Torá, y sólo
después dirigirse a su actividad comercial. Y una vez ya inmerso en los
negocios, en la mitad del día, en el momento que más consustanciado esta en las
transacciones, debe dejar todo de lado y rezar minjá –la oración de la tarde–
pues por ello es tan preciada la oración de minjá. Y como si esto fuera poco,
por la noche tiene que rezar maariv –la oración vespertina– y recitar el shemá
antes de ir a dormir. Más aun, se le exige que en su actividad comercial no
robe, no engañe y tampoco invada la actividad de su semejante, dado que todo
esto es lo opuesto a las prácticas comerciales leales. Después de todo esto, el
judío se pregunta: ¿Cómo puede uno comportarse conforme las directivas de la
Torá, de momento que esta conducta no tiene en absoluto cabida en los usos y
costumbres del resto del mundo?
En respuesta a este planteo la
Torá señala, en la conclusión del párrafo de los tzitzit, que esta mitzvá
trasciende la lógica, como se explicó antes, es decir, cuando la persona no
toma en cuenta ninguna de las limitaciones provenientes de la razón y la
lógica, y observa las mitzvot más allá de su captación intelectual, entonces,
el Todopoderoso se comporta con él también sin ‘ajustarse’ a las ‘normas’ que
caracterizan el normal desarrollo de las circunstancias, sino en cambio,
trascendiendo los límites de la naturaleza. A esto aluden las palabras ‘Yo soy
Di-s vuestro Di-s que os saqué de la tierra de Egipto’, pues en la coyuntura de
aquel entonces, nuestros Sabios afirman que ‘siquiera un solo esclavo podía
salir de Egipto’, era imposible que ello suceda por medios naturales, y a pesar
de ello salieron 600,000 hombres más las mujeres y niños, e incluso llevaron
consigo grandes tesoros, cada judío tenía no menos de noventa burros cargados
con plata y oro, e incluso erev rav –una mezcla de pueblos– salió con ellos, de
modo que también los gentiles se percataron del gran momento. Todo esto que
sucedió es algo totalmente ‘por fuera’ de los límites de la naturaleza.
Significa, que cuando el judío se comporta más allá de los parámetros naturales,
entonces, se cristaliza el ‘Yo soy Di-s vuestro Di-s que os saqué de la tierra
de Egipto’, que también desde lo Alto nos brindan un flujo de bendición que del
todo trasciende las normas naturales, y se plasma en hijos, salud y sustento
abundantes.
(De una Sijá de Shabat Parshat
Shlaj 5713 – 1953)