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    PARASHÁ MISHPATIM: Dios Nos Quiere


    Una de las preguntas que todo el mundo se hace es: ¿Si Dios nos quiere tanto, por qué nos agobia con tantas mitzvot? Según la lógica, cuando una persona quiere a otra debe facilitarle las cosas, dejándole hacer y comer lo que quiera, ir donde quiera, a la hora que quiera y cuando quiera. ¿Por qué Dios nos prohibió tantas cosas? Nuestra parashá, fue dicha en la entrega de la Torá, cuando aceptamos el yugo de Dios y dijimos: haremos y escucharemos. Vemos así que el mismo día en que aceptamos a Dios, recibimos más de 80 mitzvot. ¿Por que es esto así? Estas preguntas son consecuencia de un error que tenemos en nuestro pensamiento.

    La vida de un príncipe nadie dijo que es fácil. Debe estar vestido elegantemente todo el día con los zapatos brillantes y bien peinado. Tiene que estudiar todo el día. Cuando sale de un maestro particular, en seguida viene el otro. Debe comer con los mejores modales. Pero nadie se queja por ser príncipe, ya que entendemos que su posición le obliga a cuidar cierta postura y a tener una conducta adecuada a su rango. Así somos nosotros en Am Israel, “Judíos, hijos de reyes” y al igual que un príncipe debe vestirse adecuadamente, así nosotros debemos vestirnos con recato. Si el príncipe estudia, nosotros debemos estudiar y rezar. Igual que los príncipes comen comidas especiales, nosotros debemos comer comida Kasher, y costosa como la de ellos. Si analizamos esto, veremos que mientras más niveles subamos, son los requisitos mayores. Por ejemplo, lo vemos en la semana, específicamente, los lunes y jueves cuando suben tres personas a la Torá, en Rosh Jodesh y en Jol Hamoed de Pascua suben cuatro a la Torá, en Yom Tov suben cinco personas, en Yom Kipur suben seis y en Shabat (que es más importante que Yom Kipur) suben siete personas a la Torá. A que a medida que la santidad del día va aumentando, así la cantidad de personas que suben a la Torá va aumentando. Esto también lo vemos reflejado en el sitio donde radica la persona. Si está en la tierra de Israel, sus obligaciones son mayores porque debe cumplir también con las mitzvot que dependen de la santidad de la tierra, pero en la diáspora no, porque no hay tanta santidad. También dentro de la santidad de Israel, está la santidad especial que tenía Jerusalem, donde ciertos sacrificios podían ser comidos en ella, pero fuera de ésta, se consideraba como una trasgresión. E incluso dentro de Jerusalem, si llegamos a donde el Templo se encontraba, ese era el lugar más santo y puro en la Tierra y sus restricciones son mayores, ya que no todos tenían acceso a él.

    Entonces sí entendemos, a nivel de materia, que a medida que su santidad va en aumento, mayores son las restricciones que lo rodean. Así también ocurre con la persona, que a medida que su santidad va en aumento, sus restricciones se van multiplicando. Por ejemplo, un gentil solo está obligado a cumplir siete preceptos, un extranjero que residía entre los judíos tenía otras cuantas leyes más que cumplir, los esclavos otros pocos más. Los esclavos judíos debían cumplir más mitzvot aún, mientras que las mujeres estaban exentas de las mitzvot dependientes del tiempo. El hombre está obligado a muchas leyes más, los Levitas a unas cuantas más que el Israel, los Cohén más que los anteriores y, por último, el Cohen Gadol estaba obligado a cumplir casi todas las leyes de la Torá. Así vemos otra vez que a medida que la santidad de la persona aumenta, se le atribuyen mayores responsabilidades. Tanto la santidad en el tiempo, como en el lugar, como en la persona, son las que determinarán las obligaciones de cada ser. Por eso acostumbramos decir, después de la culminación de cualquier estudio de Torá: “Rabí Janania Ben Akashiá dijo: Quiso Dios dar mérito a Israel y por lo tanto les aumentó en Torá y Mitzvot”. Es decir, Dios quiso darnos el mérito, pulirnos y elevarnos en niveles de santidad y por ellos nos dio la Torá y las Mitzvot. Los gentiles piensan que a medida que se permiten más cosas, se vive mejor. Por eso la Torá nos enseña que en la época del Tanaj había dos tipos de idolatría: La primera idolatría se llamaba Baal Peor, y consistía en hacer las necesidades encima de una estatua. (por eso su nombre es Baal Peor, porque “peor” imposible). La segunda idolatría era Markulis y consistía en lanzarle piedras a una estatua. ¿Acaso algún creyente le hace eso a su dios? La respuesta es que ellos querían demostrar que todo está permitido, que en su religión no se prohíbe nada y que el dios de ellos no es exigente, hasta el punto de que las peores cosas se le podían hacer y no se enfurecía. Pero Am Israel no piensa así, sino que por el contrario, de igual manera que para que un niño se comporte educadamente, requiere de la estricta supervisión de sus padres, desde la mañana hasta la noche, qué hace, qué dice, cómo come, etc., así también en Am Israel requerimos de la estricta disciplina de Dios para perfeccionarnos y así cumplir nuestro objetivo en la vida y no actuan como un niño mal educado que hace lo que quiere, cuando quiera y donde quiere, sin que nadie lo supervise y lo oriente. Esta es la gran diferencia entre Israel y las demás naciones. Por eso, cuando subimos a la Torá, bendecimos con alegría: Asher Bajar Banu Mikol Haamim Venatán Lanu Et Torató – Nos escogiste entre las naciones y nos diste tu Torá”, demostrando que estamos contentos con la Torá, con sus Mitzvot, porque entendemos que están para ayudarnos a elevarnos espiritualmente, a subir en santidad, a ser príncipes hijos de Dios.
    “Que sea la voluntad de Dios que todo Am Israel entienda que Él nos quiere, como un padre que ama a su hijo, y que todos sus preceptos son para nuestro bien, y que los cumplamos con alegría.
    Amén.”


    Tomado de las aluras de mi pueblo

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