LOS JUDÍOS EN LA COSTA COLOMBIANA (EL SINÙ)
“A propósito de la visita a la ciudad de Montería y Lorica de un importante Rabino sefardita de Israel
Por: Yehudáh Abraham Abujatzira
Dumetz*
Hace algunos siglos el judaísmo
sufrió una bifurcación que dio origen a dos grupos étnicos mayoritarios. Los
judíos asquenazíes provenientes de Europa Central y Oriental y, los judíos
sefardíes, cuya procedencia se erige ícono histórico en la Península Ibérica.
Si existe una historia con raíces profundas desde tiempos ancestrales hasta
nuestros días, considero que no es otra, sino la historia de nuestro pueblo,
los judíos sefardíes. Descendientes de los judíos que vivieron en España antes
de la expulsión de 1492 y, de los judíos que estaban en Portugal. El adjetivo o
nombre común “Sefardí” se origina del término geográfico “Sefarad” cuya
etimología no es de clara identificación, pero que aparece en el libro del
profeta Ovadiá 1:20 “[…] y la cautividad
de Jerusalém, que está en Sefarad (S´farad), poseerán las ciudades del
sur”.
Por eso, aunque para muchos
parezca inverosímil, los acontecimientos y hechos de los sefardíes han estado
muy ligados a la del pueblo colombiano, pues España, madre de muchas naciones
paridas en este lado del Atlántico tiene profundas huellas hebreas. La historia
de judíos, árabes y cristianos que aún hoy permanece, se entrecruzan en la
entrega cultural que aportaron a España y a Latinoamérica. Por lo tanto, es
importante saber que gran parte de nuestros comportamientos, costumbres,
fenómenos lingüísticos, bromatológicos, religiosos, literarios, incluido el
plano de lo supersticioso, se debe al aporte hecho por los inmigrantes, entre
estos los judíos. Desde esta perspectiva podemos entonces comprender, que “La cultura
es el alma de los pueblos”. Pues estos a su vez, están conformados por muchas
raíces de otros pueblos que se van nutriendo recíprocamente en el tiempo y el
espacio. Nuestra región Caribe y en particular el valle del Sinú no fueron
ajenos a este proceso inmigratorio. Por el contrario, propició que se fuera
transformando en un verdadero crisol en el que se fundieran con fuerza formas
ejemplares de convivencia, impresas por una fecunda mezcla étnica, religiosa y
cultural. Desde entonces, nuestra herencia prehispánica, colonial y las masivas
inmigraciones; así como el paisaje y la
biodiversidad han permitido un gran desarrollo de interacción multirracial y
multicultural en la región.
La llegada de judíos a suelo colombiano y en
especial al valle del Sinú, no data de mediados del S.XX como muchos
historiadores afirman (Pues algunos historiadores han querido minimizar la
presencia histórica de los judíos en el
Bajo Sinú) opuesto a esta tesis, se puede constatar que la presencia hebrea en
esta zona es mucho más antigua de lo que hasta ahora se ha creído. Existen
documentos notariales de la Colonia que prueban que finalizando el S.XVII,
1.690 y la segunda década del S.XVIII, 1.721, la española doña Francisca
Baptista de Bohórquez, llamada “La Conquistadora”, cuyo rol histórico fue
decisivo en la conformación de la sociedad costeña de su época al preponderar en favor de la primera
colonización del Sinú. De igual forma, doña Francisca ayudó en la
reorganización espacial y, fundación hispánica del poblado de San Sebastián de
Urabá hacia el año de 1.700 (hoy corregimiento de Santa Cruz de Lorica al Norte
de Colombia) donde instaló una colonia completa de judíos xuetas, judíos
conversos o marranos.
“Colonia de Judíos: personería Municipal de
Lorica, legajo de la compañía de petróleos (1926), autos del gobernador de
Cartagena, Antonio de Salas ordenando la legua de los naturales de San
Sebastián de Urabá, Cartagena 13 de febrero de 1733, Fols. 121,121v. Cf.
Antonio Domínguez Ortiz, “La sociedad española en el S. XVIII. Madrid, 1955.
Pág. 228-237. “…las 15 caballerías de los judíos en este pueblo. Como fueron
compradas a un particular español, debieron haber quedado por fuera de los
terrenos de los indígenas, quizás en los cerros enmontados de detrás del
resguardo de san Sebastián, incluyendo la isla de Gayta y adyacentes donde
después surgió Lorica, en terrenos públicos no adjudicados.”
En cercanías a San Sebastián de Urabá, don
Andrés de Baranda y Zorrilla vendió unas quince caballerías que se les
adjudicaron a los judíos “marranos” o conversos al cristianismo. Una vez instalados en estas tierras del “Nuevo
Mundo”, los anusim se ven obligados a cambiar de oficio; de comerciantes a
agricultores. Aquí “hicieron labranzas de panllevar y cortaron madera fina.” (FALS,
Borda, Orlando, p, 42 A) “De esta manera también extraordinaria, la
conquistadora acogió tolerante en sus tierras la venida de una colonia de
judíos conversos y sefarditas. Recordemos que los prejuicios contra esta raza
eran grandes: se les suponía malolientes, que nacían con cola, que bebían
sangre de niño, aunque se le reconocía inteligencia. “Ni judío necio ni liebre
perezosa”, decía la gente. Los primeros excesos de 1492 y 1499 (cuando los
expulsaron de España) fueron cediendo a consideraciones más serenas y realistas
en las que contaba también el interés económico, así el ministro Manuel de
Lira, contemporáneo de doña Francisca, había propuesto al rey Carlos II la
readmisión de los hebreos. Cierta tolerancia, pues abrió las puertas a los
judíos que, a principios del siglo XVIII aceptó la conquistadora para llevarlos
como colonia agrícola a Pablos y Chuchurubí. […] pero alguien que vino de
España sembró entonces la duda sobre los conversos: en aquellas soledades
tropicales, ¿no estarán resucitando su malvada religión? En Madrid acababan de
descubrir una sinagoga secreta, y se sabía que los “Chuetas” de Mallorca
seguían sus costumbres “heréticas” de manera clandestina. Doña Francisca
decidió entonces trasladar a los judíos a San Sebastián de Urabá donde
permanecía el padre Sánchez de Alvarado y había iglesia con campana”. (FALS,
Borda, Orlando, 1987, pp, 41 A - 42 A.)
A la luz de nuevas
investigaciones y hallazgos sobre los acontecimientos históricos antes
mencionados, se hace necesario por parte de algunos historiadores una revisión
seria de la historia del Bajo Sinú. Por lo anterior, podríamos hoy
preguntarnos: ¿ayudaron los Anusim, judíos conversos “marranos” al catolicismo
a la conformación del Sitio de Lorica? Tal parece que aquella antigua colonia
sefardita instalada en San Sebastián de Urabá (Lorica) sufrió un proceso de
asimilación en el espacio regional y en la cultura dominante.
Como judío sefardí descendiente de ANUSIM, soy
conocedor de lo que en materia hoy está ocurriendo a nivel mundial. Hay un
despertar de conciencia, un retorno a las raíces culturales y espirituales del
judaísmo. Cada descendiente de anusim se encuentra en este proceso a nivel
individual y, comunitario. Mis tatarabuelos Luzio y Deogracia Pinto Da Gamma
por parte de mi abuela materna Calixta González Pinto, llegaron a esta zona del
Bajo Sinú, procedentes de Portugal en los albores del S. XIX (1.806). Una vez
en tierras sinuanas, los patriarcas de la familia PINTO, se dan a la tarea de
colonizar las selváticas tierras de la margen izquierda de Lorica y el Suroeste
de San Bernardo del Viento. Hombres de muy buena presencia física y muy cultos.
De Luzio se dice que era “Alto, blanco, ojos azules, cabello rubio, barbas de
profeta […] tendría unos 45 años, aficionado a la lectura, pues en su baúl se
encontraron fragmentos de La Ilíada, La Divina Comedia, Don Quijote. Su capataz
era español, quien había acompañado a Torre Miranda en la fundación de pueblos
del Sinú” (YANCES, Torres. 2009, p, 37).
Para fínales del S. XIX volvieron
las inmigraciones de mercaderes hebreos esta vez, procedentes de Aruba y
Curaçao. Donaldo Bossa Herazo, al respecto dice lo siguiente: “Sería de mucho interés señalar la
importancia, que en nuestro incipiente comercio de entonces, ganaron muchas familias
israelitas, que desde aquellas islas holandesas sentaron sus reales en
Cartagena, Mompós, Santa Marta, y Barranquilla, donde destacaron no sólo por su
sentido comercial, característico de la raza, (sería preciso decir “su
cultura”, N. del A.), sino por su educación, filantropía, estricta moral
pública y privada, e intachables costumbres. Basta señalar lo que, en la vida
social, económica y política de nuestra región costeña han significado
apellidos como Cásseres, Correa, Cortissoz, Del Valle, De Sola, Heilbrum,
Juliao, (originalmente Julião), Junieles, Moreno, Naar, Pereira, Salas,
Sourdís, Santodomingo y Toledano”.
Después de III siglos en el valle
del Sinú, los descendientes de aquellos judíos forzados, anusim, que un día
llegaron a estas tierras y se asimilaron, han comenzado a regresar a la fe de
sus ancestros, al D-s de sus padres, al D-s de Abraham, Ytzjak y Yaacob; pues
desde hace una década y un lustro aproximados, se han erigido en esta parte del
departamento de Córdoba, familias de Baalei Teshuvá o de judíos que retornan a
la observancia de la tradición hebreo sefardí. Pero también, han llegado
aquellos que por elección propia hoy decidieron ser judíos.
Como consecuencia de este retorno
nace la pequeña Comunidad Judía BENEI ISRAEL del departamento de Córdoba con
sede en su capital, Montería. Esta comunidad sefardita, alberga unas cuatro
familias judías y unas catorce personas. Tienen un director de asuntos
religiosos, que hoy está junto a su familia estudiando en una Yeshiva en
Jerusalém, Israel y, un maestro o guía espiritual, el Rabino sefardita venido
de Israel (quién gentilmente me ha pedido mantener su nombre en discreción) a
quien consultan en todos los asuntos halájicas y de Toráh. Desde entonces en
esta comunidad judía, han venido trabajando fuertemente en el restablecimiento
de la lengua hebrea para todos sus servicios religioso, así como el
cumplimiento de todas las normas halájicas por parte de sus miembros, lo que se
constituye vital para este conjunto de personas que quieren vivir según las
normas estrictas del judaísmo; contando con los lazos de amistad del Rabino
mayor de Colombia Alfredo Goldschmidt con quien se mantiene contacto y diálogo
fluido.
El trabajo que estos judíos
vienen desarrollando en esta zona del departamento de Córdoba ha sido ardua.
Luego de tres centurias, el 22 de febrero del 2015, motivados por lo que allí
está sucediendo con el judaísmo, el Rabino sefardita venido de Israel, decide
hacer una visita a Colombia, la que se extiende no solo a Montería sino, al
municipio de Lorica; con miras a fortalecer los lazos espirituales con esta
comunidad y también, a realizar algunas conversiones halájicas al judaísmo en
algunas familias que se trasladaron desde el departamento del Meta en el sur
del país. Con este Rabino llegan también, el Rabino Natán Galant de Estados
Unidos de Norte América y, el señor Boaz Fariña Eisemberg, Moreh de la
Comunidad Judía Derej Toráh de Medellín, Colombia. Quiera HaShem que el próximo
año, todos estemos en Yerusalaim.
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* Conocido en el mundo literario
y cultural con el seudónimo de Antonio Dumetz Sevilla. Escritor, poeta,
cantautor y cineasta colombiano de origen judío, nacido en Santa Cruz de
Lorica. Autor de los libros: “El Otoño de Otoño, poesía 2001” y “Tiempo entre
dos Aguas, poesía 2011”. Artículos para la prensa regional como: “judíos y
árabes, huellas de multiculturalidad regional. Ensayo 2008”; “Diversidad
cultural y globalización. Artículo 2003”; “Cultura política. Artículo 2003”.
Miembro del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia.
BIBLIOGRAFÍA
DOMÍNGUEZ, Ortiz, Antonio. “La sociedad española en el S. XVIII. Madrid,
1955.
FALS, Borda, Orlando. “Retorno a la Tierra.
Historia doble de la Costa” Bogotá 1987. Carlos Valencia Editores.
YANCES, Torres, Roberto. “San Bernardo del
Viento, su fundación y otras historias de la memoria oral” Sincelejo 2009.
Silgado Impresores Litografía.