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    PARASHAT VAERÁ: El Rezo



    Diariamente cada persona reza, bien sea un rezo largo o corto, en la casa, en el camino o en la sinagoga. Siempre pedimos salud, éxito económico, la redención, etc. y todos queremos que el rezo llegue y sea recibido por Dios. ¿Qué debemos hacer para que esto ocurra?, ¿cómo se hace para que el rezo sea bien recibido por Dios? Yaakov Abinu nos reveló el secreto. Él asemejó el rezo con un arco y una flecha. “Asher Lakajti Bejarbí Ube Kashtí – Tomé a la ciudad de Shejem con mi arco y flecha” (Bereshit). Onkelus lo traduce al arameo “Betzalotí Ubautí – Con mi rezo y con mis pedidos”. ¿Por qué asemejó al rezo con el arco y la flecha? Porque de igual manera que tensamos el arco, así de lejos llega la flecha. Así ocurre con el rezo; mientras más nos concentremos, nos introduzcamos en el rezo, más lejos llegarán nuestros pedidos, y Dios los escuchará. Cuando no tensamos la cuerda del arco, la flecha no llega a su objetivo. Así sucede con el rezo, si no lo hacemos como se debe, jamás llegará a ser escuchado por Dios. Por eso cuando la persona se encuentra en situación de peligro y reza, su tefilá se escucha en los cielos porque le nace de lo más profundo de su ser y de su alma. Este concepto lo vemos reflejado en la Torá con Lot. Abraham Abinu rezó porque no se destruyera Sodoma y Gomorra, y al final su pedido no fue escuchado, ya que Dios decretó, previamente, que fueran destruidas Sodoma, Gomorra, Admá, Tzeboyim y Tzoar.

    Está escrito que Lot fue llevado por unos ángeles a Tzoar, para continuar su camino por las montañas, pero temió por su vida ya que sabía que Tzoar también sería destruida. Entonces le rezó a Dios, y Éste le informó por medio de los ángeles que no se preocupara más, ya que Tzoar no será destruida. Dios respondió a Lot y no escuchó a Abraham, pues cuando la persona se encuentra en peligro, reza con una concentración incomparable que sale de lo más profundo de su alma, y por eso Dios responde inmediatamente. No importa si eres tan Tzadik (justo) como Abraham o no tan justo como Lot. En nuestra Parashá vemos que la tefilá hecha por Bené Israel en Egipto, ocasionó que Dios adelantara su redención, y que en vez de estar 400 años en la esclavitud, estuvieran 210. ¿Quiénes eran los que rezaban? ¿A quién se le respondió su rezo? La Torá nos relata que los de la tribu de Levy no estaban esclavizados, y rezaban por la salvación de Am Israel. Además, también rezaban los esclavizados por los egipcios, desde sus puestos de trabajo, sufriendo. A ellos los escuchó Dios, ya que eran los afligidos y los que estaban sufriendo y como sus tefilot fueron emitidas desde el corazón, entonces les respondió de inmediato. Esto no quiere decir que Dios nos escucha solamente cuando estamos en momentos de apuros, sino que nos viene a enseñar, que solamente en momentos de apuros es cuando sabemos rezar bien.

    Si rezáramos todos los días que nos encontramos bien, como los días que nos encontramos en apuros, nuestros pedidos siempre serían escuchados por Dios. Por eso vemos en nuestra Parashá que el Faraón le dijo a Moshé, en la plaga del granizo, que parara de llover para dejar libre a Am Israel. Salió Moshé fuera de la ciudad a rezar, e inmediatamente paró de caer el granizo. La pregunta que nos hacemos es: ¿Por qué tuvo que salir Moshé fuera de la ciudad a rezar? ¿Por qué no se quedó en la ciudad a rezar, como lo hizo cuando las otras plagas? El motivo es porque en las otras plagas él pedía para que fueran interrumpidas las diferentes plagas al día siguiente. Pero esta plaga era diferente, ya que tenía que parar inmediatamente, y para eso tuvo que salir de la ciudad a concentrarse bien, e incluso, cuando vio desde fuera el desastre provocado por el granizo, le causó tanto dolor que llegó a rezar desde lo más profundo de sí, y Dios respondió inmediatamente. Igualmente vemos que cuando Moshé se encontraba en la cima de la montaña, mientras que Am Israel luchaba contra Amalek, y levantaba las manos, ganaban la guerra y cuando las bajaba, la perdían. ¿Qué tienen que ver las manos de Moshé con esto? Una de las respuestas puede ser que cuando veía el sufrimiento de sus hermanos luchando, entonces rezaba con mucha concentración, pero aún más concentración obtenía al subir sus manos y por eso sus pedidos se escuchaban.
    Por eso dice la halajá en el Shuljan Aruj , que en los Yamim Noraim debemos elegir como Jazán a un hombre casado, con hijos, y cuando haya un día de ayuno público, para que vengan las lluvias, debemos tener como Jazán a un hombre que no sea rico, ni con muchos bienes.

    La razón de todo esto es para que esta persona sienta en su propio cuerpo lo que es estar sin agua, sin comida y aprecie la vida, los niños, etc. Por eso cuando Moshé fue a Egipto a rescatar a todo el pueblo, y se llevó a su esposa y a sus hijos, Aharon su hermano le dijo: Tenemos que sacar a tanta gente, todavía no sabemos cómo hacerlo y encima traes a más personas. Así que devuélvelos. (Mejilta y Rashi, Shemot 18:4). En verdad nos preguntamos, ¿para qué Moshé quiso meter a su familia en una situación tan indeseable? La respuesta se entiende según lo explicado anteriormente. Moshé los trajo porque quería que sus pedidos fueran escuchados por Dios, quería que salieran de lo más profundo de su corazón, al sentirlo dentro de su misma carne. Aharón enseñó a Moshé a rezar desde lo más profundo de su corazón, sin llegar a sufrir internamente. Ese es el nivel donde todos nosotros debemos llegar.


    Saber rezar concentradamente por salud, incluso cuando estamos sanos. Saber rezar por tener éxito económico, incluso cuando nos va muy bien en los negocios. Y así con todos los temas. ¿Por qué esperar hasta el último momento, cuando la soga está sobre el cuello, para rezar bien? El Midrash nos dice que todos los que salieron de Egipto fueron destinados a morir un 9 de Av, cuando volvieron los espías hablando mal de la tierra prometida. Pero ese decreto se iba cumpliendo por etapas; cada año morían 15.000 hombres, de los 60.0000 que salieron de Egipto. Pero el último año, los últimos 15.000 se salvaron del decreto, porque rezaron desde el principio del año para salvarse y Dios escuchó sus pedidos. Sin embargo, los 39 años anteriores Dios no los escuchó, ya que ellos no rezaban adecuadamente para salvarse del decreto. Cada uno pensaba que ese año le tocaba a otros 15.000 pero no a él y por eso no rezaba con la concentración adecuada. Sin embargo, cuando quedó el último grupo de 15.000 hombres, todos sabían que el próximo 9 de Av les correspondería morir y entonces empezaron a rezar todos juntos con el corazón y por eso se salvaron. Nos dicen nuestros sabios que si los 600.000 hombres, cuando estaban vivos, se hubieran parado a rezar todo el tiempo con la concentración necesaria, todos se hubieran salvado. Por eso está escrito en los salmos: “Karob Hashem Lekol Koreab, Lekol Asher Yikrauhu BeEmet – Dios está cerca de todos los que lo llaman, de todos los que lo llaman, de verdad” (Tehilim 145). En el momento en que nos encontramos rezando debemos de estirar bien la cuerda de nuestro arco, para que la flecha de nuestros pedidos llegue muy lejos y sea recibida. Pensé en una explicación nueva, que se relaciona con todo lo explicado anteriormente, acerca del diálogo entre David y Yehonatán, el hijo de Shaúl. David le preguntó a Yehonatán si su padre Shaúl seguía pensando en matarlo, o ya se le había olvidado. Yehonatán le dijo que si lanzaba tres flechas muy lejos es porque todavía quería matarlo, pero que si no lo quería matar, entonces las lanzaría cerca. ¿Por qué le dijo que le lanzaría flechas? ¿Y por qué precisamente tres y no una? Lo que le quiso insinuar Yehonatán a David era que rezara muy fuerte, para que la flecha llegara lejos. Y eran tres flechas, para decirle que no bastaba con una tefilá diaria, sino que debería rezar Shajrit, Minjá y Arvit. Para finalizar, les contaré un cuento que pasó en Marruecos, cuando una persona inválida fue a visitar la tumba de Rabbí Amram Ben Diwán. Esta tumba queda situada en la cima de una montaña, esta persona que era inválida le pidió a un muchacho que lo ayudara a subir empujándole la silla de ruedas, en el camino hacia arriba empezó a rezar que por el mérito de este hombre justo, Rabbí Amram Ben Diwán, se curara y pudiese caminar por su propia cuenta, que tuviera salud, etc. Pero de repente en la mitad de la cuesta el muchacho se tropezó y el hombre que estaba sentado en la silla de ruedas se empezó a deslizar hacia abajo a alta velocidad y empezó entonces a rezar a Dios que por el mérito de Rabí Amram Ben Diwán que lo dejara como estaba y no peor. “Que sea la voluntad de Dios que escuche nuestras tefilot. Y a pesar que todavía no sepamos rezar desde lo más profundo de nuestro corazón, que de todas maneras nuestras tefilot se escuchen para bien. Amén.”

    Extraido del libro Las alturas de mi pueblo

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