PARASHÁ VAIJÍ: LA ALEGRÍA
Está escrito en el tratado de
Pesajim (113a) del Talmud, que el rey David, antes de sentarse a escribir los
salmos, se ponía a tocar su arpa, esperando que la inspiración divina llegase a
él. Ese es el motivo por el que está escrito en los Salmos, “Mizmor LeDavid –
Canción para David”, Le David Mizmor – Para David esta Canción, o a veces
Lamenatzeaj Binguinot – Al que triunfa con melodías”. Todos estos comienzos de
salmos nos indican que eran momentos en que David tenía que despertar la
alegría en él, a través de una canción o alguna melodía. De esta manera se inspiraba
lo suficiente y escribía los salmos. Sin embargo, cuando no requería de algún
instrumento musical para despertar esa alegría interna, escribía sus salmos sin
ninguna introducción: “Tefilá LeDavid – Oración de David”. Pero en aquellos
días en que, verdaderamente, se encontraba muy triste, escribía otra introducción
al salmo: “Lamenatzeaj Mizmor LeDavid – Al que triunfa, canción para David”.
Porque cuando la persona esta alegre entonces Dios está con él.
Una vez le
preguntaron al Rabino Itzjak Luria (Arizal), ¿cómo hizo para llegar a descubrir
secretos cabalísticos tan profundos? Uno de los motivos era por la alegría que
le daba al estudiar Torá, al estudiar el Zohar y por la alegría que
experimentaba al hacer cada mitzvá en el día. Por eso está escrito en el
tratado de Shabat (30b) del Talmud, que Rabbá contaba alguna anécdota graciosa
a sus alumnos antes de empezar la clase de Torá, y explica Rashí que el motivo
era para abrir los corazones de sus alumnos y que entendieran con facilidad la
Torá. Cualquier mensaje, bien sea a través de una profecía, una voz que baje de
los cielos o, inclusive, a través de un sueño bueno, la condición para
recibirlo es estar alegre. Además está escrito en el tratado de Shabat (30b),
que cuando la persona se va a dormir con alegría en el corazón, tendrá un buen sueño.
Rashí explica lo que significa un buen sueño: Un buen sueño no es cuando
soñamos que somos millonarios o algo por el estilo, sino que un buen sueño es
cuando recibimos mensajes de los cielos. Vemos de todo esto que la única manera
de estar apegados a Dios y que Dios esté apegado a nosotros, es a través de la
alegría, pero no una alegría obtenida por un whisky o una cerveza, sino una alegría
espiritual interna y profunda. En el
momento en que nos comunicamos con Dios, en la Tefilá, es cuando se necesita
mucha alegría por parte nuestra. Tal y como dice el tratado de del Talmud, la
persona no puede parase a rezar si no está contento. Esto lo podemos ver
reflejado en nuestra Parashá, cuando Yaakov quería bendecir a los hijos de
Yosef, “Kaj Na Elai Vabarejem – Tráelos, por favor, hacia mí y los bendeciré”
(Génesis 48:9). Al final no los pudo bendecir, ya que Yosef se los sacó de sus
rodillas, y después fue que los trajo de nuevo para que fueran bendecidos por
Yaakov. Seguramente todos se preguntan, ¿por qué? ¿Qué pasó en ese momento que
los apartó de Yaakov? Si analizamos los midrashim, veremos que en ese momento
ocurrió algo muy curioso. En Rashí y en el Midrash Piska Rabtai (Otzar Hamidrashim
423) dice: Cuando Yaakov quiso bendecirlos vio por inspiración divina que en el
futuro saldrían de esos hijos de Yosef, dos personas no muy gratas para Yaakov,
como fueron Yerobam Ben Nabat y Yahu Ben Nashmi. Por eso Yosef los apartó de Yaakov,
quien se entristeció en ese momento. Pero antes de traerle a sus hijos de
vuelta para que fueran bendecidos, Yosef le dijo a Yaakov que por qué se fijaba
en los descendientes idólatras y que mejor fuera que se fijara en Yehoshúa Bin
Nun quien sería el líder de Am Israel después de la muerte de Moshé Rabenu, y
justo en ese momento se alegró de nuevo y pudo bendecir a los hijos de Yosef. Por
eso nuestros sabios cuando estructuraron el orden del rezo, pusieron, previo a
la Amidá, salmos que alaban a Dios y alegran a la persona, e inclusive la
canción que entonaron Benei Israel en la división de las aguas del Mar Muerto,
pues no se puede llegar frente a Dios con tristeza, sino que cuando digamos su
nombre con alegría es seguro que nuestras plegarias se recibirán. El único nexo
existente que nos permite estar unidos a Dios y Dios a nosotros, es la alegría.
En el ámbito espiritual nos ayuda la alegría, pero también nos ayuda en el
ámbito material. Incluso, existen personas que curan a otras con terapias de
risas.
Esto lo vemos en nuestra Parashá
cuando Yosef fue llamado a donde su padre, quien estaba a punto de morir y le
prometió que lo enterraría en la tierra de Israel junto a su esposa y a sus antepasados.
En ese momento, Yaakov se alegró y empezó a sentir una mejoría y, de hecho,
pudo vivir muchos años más, después de la alegre promesa que recibió de su hijo
Yosef. El Gaón de Vilna decía, incluso, que aunque le venga a la persona una
epidemia, la alegría eliminará esa enfermedad. También el éxito económico de la
persona depende de su alegría. Así viene escrito en el Pirké Avot: ¿Quién es
rico? El que se alegra… ¿Qué tiene que ver la alegría con la riqueza? Lo
entenderemos con una historia. Había una vez un pobre que estaba todo el día
triste por ser pobre. Incluso que era un empleado de una tienda, seguía estando
triste, provocándole esto que su trabajo disminuyera en calidad y en cantidad.
El jefe cuando vio esa actitud, decidió bajarle el sueldo. Cuando vio que le
bajaron el sueldo se puso más triste aún y por estar más triste, menos ganas de
trabajar tenía, y el jefe más le bajaba el sueldo, y así sucesivamente. Un buen
día, vino a la tienda un hombre rico que le regaló una moneda de oro y le dijo
que no la utilizara ahora, sino en situaciones de extrema necesidad. Este pobre
y su esposa se alegraron muchísimo, y ambos empezaron a trabajar con alegría. Como
trabajaba con alegría le empezaron a subir el sueldo, cada vez más, hasta que
él también se hizo millonario.
Un día, sacó delante de toda la
familia esa moneda de oro y dijo que por el mérito de esa moneda se hizo
millonario. Uno de los familiares tomó esa moneda y se dio cuenta de que en
verdad no era de oro, sino que era un pedazo de hierro cubierto de un color dorado.
Al girar la moneda, vio que estaba escrito: “¿Quién es rico? El que se alegra…”
Por eso, ahora que nosotros sabemos que nuestro éxito espiritual y económico,
nuestra salud, nuestra vida, depende de la alegría, no podemos permitirnos que
por insignificantes detalles o discusiones pequeñas, nuestra alegría se pierda.
En especial el día de Shabat, que es el día que más estamos cerca de Dios,
debemos sentarnos a la mesa, cantar y disfrutar cada momento, porque esos
momentos son la gasolina para el resto de la semana. “Que sea la voluntad de
Dios que estemos siempre alegres y será cuando su bendición vendrá a nosotros
con abundancia. Amén”.
Extraído del libro Las alturas de
mi pueblo