SERVIR A HASHEM CON NUESTRO CUERPO Y NUESTRA NATURALEZA
Para que un medico pueda curar deberá
tener un conocimiento completo de la anatomía humana. Deberá conocer todas las
partes del cuerpo, los miembros, las arterias, venas, etc. Deberá saber cómo es
que cada órgano se encuentra interconectado con los demás y como uno depende
del otro. Deberá entender como órgano puede ser afectado por los otros.
Entonces y solo entonces podrá el médico comprender la enfermedad que desea
curar. De la misma manera, la Torá es un cuerpo de leyes donde cada mitzva
individual representa un “órgano” de ese “cuerpo”. Para poder comprender su
anatomía, sus leyes e ideales, como es que cada Mitzvá se encuentra
interconectada con las otras, como parte individual e integral de toda la Torá
(Likutey Halajot, Rosh Joshen 5-6).
El Rabi Natan continua su discurso
explicando los paralelos entre la “anatomia” de la Torá y la anatomía Humana.
Este es un tema muy importante de la kabalá, que describe la conexión entre
ciertas partes del cuerpo y determinadas mitzvot. El Rabí natan escribe en otro
lugar que aquel que comprende los escritos del Zohar y del Ari sabe que todos
los misterios de la Kabalá se refiere a esto (likutey halajot Minja 7:22).
Aunque sea material, la forma humana
corresponde a la Torá y refleja los más altos niveles de espiritualidad. Cada
parte del cuerpo corresponde a un concepto espiritual diferente, a una mitzvá
diferente. Cada órgano y cada vena contienen su propio poder espiritual. Si son
controlados estos poderes pueden elevar al hombre por sobre la forma material
que alberga su alma. Moisés es el paradigma de esta elevación. El purifico su
cuerpo físico al punto que en que su corporeidad se transformo en espiritualidad. La Torá es
testigo de esto cuando relata que Moisés ascendió a los cielos y allí estuvo
durante 40 días y 40 noches sin comer ni beber (Deuteronomio 9:9). Otro
versículo afirma: “esta es la bendición con la cual Moisés, el Hombre de
D´s, bendijo al pueblo de Israel (Ibid 33:1). Moisés es llamado el hombre
de D´s, por que logró transformar su cuerpo físico en un templo divino para
su espíritu. (devarim Rabáh 11:4).
Así está escrito (éxodo 34:30),
“cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos Tablas del Testimonio en
sus manos… No supo que la piel de su rostro se había Vuelto luminosa, pues D´s
había hablado con él. Cuando Aaron y todos los hijos de Israel vinieron que la
piel del rostro de Moisés Brillaba con una Luz muy grande, tuvieron temor de
acercarse a él” 5
Por lo tanto para servirle a Hashem,
teniendo en cuenta la interconexión de los órganos físicos con el alma, no hay
que buscar reprimir los placeres del cuerpo para servirla a Hashem, más bien
debemos elevar nuestros actos al hacerlo de una manera tal que santifique
también al cuerpo. Como lo expresa el Ramjal
en su libro Derech Hashem:
“es por eso que el hombre fue
creado con el instinto del bien y con el instinto del mal y el tiene libre albedrio para inclinarse al
lado que desee. Sin embargo para que esto se cumpla completamente, la sabiduría
suprema decreto que el hombre está compuesto de dos opuestos, es decir: de un
alma racional y pura y de un cuerpo terrenal y físico, y que cada uno de ellos
se incline naturalmente hacia su lado, es decir, el cuerpo hacia lo material y
el alma hacia lo racional. Y también decreto que haya entre ellos una batalla,
de manera que si el alma prevalece, ella se eleva y eleva al cuerpo junto con
ella y ese hombre alcanza la perfección a la que fue destinado, mas si el
hombre permitirá que lo venza lo materia he aquí el cuerpo se rebajará y hará
que su alma se rebaje junto con él y ese hombre no será apto para llegar a la
perfección y quedará alejado de ella ¡D´s no lo permita! Pero aun así este
hombre tiene la capacidad de someter lo físico a su intelecto y su alma y
adquirir la perfección”6
Esto quiere decir que si el intelecto
o el alma prevalece y santifica los deseos del cuerpo o de la parte física, por
tanto el placer o el deseo del cuerpo es algo que se necesita y Hashem así
decretó, pero si se busca darle rienda suelta a estos deseos de una manera no
permitida entonces el cuerpo rebajaría al alma. Por ejemplo comer es algo que
le produce placer al cuerpo, sin embargo si se llega a la gula este placer
convirtió en esclavo al cuerpo y al mismo tiempo el alma decayó en su nivel
espiritual. Si se analiza bien lo que produce placer no es el hecho de comer si
no las carencias, esto es así ya que al satisfacer el hambre ya no se hace
placentero un siguiente plato de comida. Por tanto una persona debe procurar no
acrecentar sus carencias de tal forma que ya no las pueda saciar de manera
normal.
Lo mismo pasa con otros placeres como
el placer sexual, la mayoría de las religiones han creado un tabú sobre este
aspecto e incluso algunos han determinado que sus líderes se abstengan de esta
necesidad humana básica al mismo tiempo que violan el primer mandamiento de la
Torá de Procrear. Tanto comer como tener relaciones sexuales pueden hacerse de
tal forma que el alma eleve la materia y el cuerpo se santifique, por ejemplo
al momento de comer se hacen bendiciones por los alimentos y de esta manera el
alimento no solo alimenta el cuerpo si no también el alma, si se desea tener
hijos o tener placer sexual, debe casarse y hacerlo de manera permitida, si el cuerpo necesita expulsar sus desechos,
acostumbramos que después de hacerlo y después de lavarnos las manos le damos
gracias a Hashem por los orificios y
cavidades para poder mantener sano nuestro cuerpo, si nos vamos a dormir, antes
encomendamos nuestra alma a Hashem haciendo el shemá antes de dormir y cuando
nos despertamos le agradecemos a Hashem por haber devuelto nuestra alma al
cuerpo, entonces como vemos, la idea es que nuestra alma ayude a elevar el
cuerpo, pero no llegando al concepto de “santidad” mal entendido por las
religiones, que se consigue alejándose del mundo que nos rodea y de los placeres
que Hashem puso por naturaleza en nuestro cuerpo.
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1. Anatomía del Alma Pag 21,22
2. Derech Hashem pag 29,30