PARASHÁ REÉ; ¿POR QUÉ LA TORÁ PIENSA DIFERENTE A NOSOTROS?
Existe un dicho popular que dice:
Si quieres saber la opinión de la Torá, pregúntale a la gente: ¿qué opinan?,
entonces sabrás qué es lo que opina la Torá, exactamente lo contrario. El
motivo no es porque la Torá está torcida, sino porque las personas ven todo al
revés. Los médicos explican que la imagen que capta el ojo humano es una imagen
volteada, solamente al final del ojo, en la , la imagen se endereza. Es decir,
a primera vista todo lo que vemos está al revés, únicamente después es que se
endereza. Así también ocurre con la visión instintiva del hombre, primero se piensa
todo al revés y solamente con la sabiduría divina es que se puede lograr que se
enderecen esos pensamientos. En nuestra Parashá encontramos muchos temas, pero
casi todos son un ejemplo de lo que estamos desarrollando en estas líneas.
Siempre nos daremos cuenta que el pensamiento divino está en lo correcto, una
vez realizado un análisis profundo y objetivo. El primer ejemplo lo vemos en la
Torá, en nuestra Parashá, específicamente, cuando Dios nos dice: “He aquí que
pongo ante vosotros, hoy, a la bendición y a la maldición”. En la Parashá de
Nitzabim continua esto, diciendo: “Observa que he puesto ante ti la vida y lo
bueno, la muerte y lo malo, la bendición y la maldición… y escogerás la vida”
(Deuteronomio 30:16). Aparentemente todos nos preguntamos ¿Por qué Dios nos
está ordenando algo que es lógico, nos está ordenando a escoger la vida, por
supuesto que lo haremos sin que nos lo ordene? Para entender esa orden,
primeramente, hay que entender qué es vida, qué es bueno y qué es malo. Hay
personas que creen que ir los sábados a la playa es muy bueno, que ir a las
fiestas “acid”es vida, que estar libre de preceptos divinos es una bendición,
que el Shabat es una maldición, que las mitzvot son la muerte, y que estudiar
Torá es aburrido porque se pierde el tiempo en tonterías, Dios nos libre.
Por otro lado, hay personas que
piensan de otra forma, piensan según los patrones de la Torá, de Dios, que ser
un judío temeroso de Dios es bueno,
cuidar las mitzvot es una bendición y que estudiar Torá es vida. Por eso
escribió la Torá: “…escogerás la vida”, refiriéndose a lo que Dios considera
vida y no lo que otros consideran lo que es vida, porque lo que otros piensan,
generalmente, está tergiversado y lo que Dios piensa es la verdad. Basta con
que analicemos un poco para que nos demos cuenta de esto. ¿Qué es vivir?
Cumplir con la Torá y sus preceptos o ir alocado por la vida, emborrachándose,
consumiendo drogas, pasarse toda la vida con las amistades en viajes
peligrosos… No puede ser, todo esto lo que provoca es la muerte, la muerte
espiritual y a veces llega también a provocar la muerte física, Dios nos libre.
¿Acaso eso es vida? Al contrario, solamente la Torá, es quien nos enseña como
vivir adecuadamente. Tomen como ejemplo las leyes que expone Maimónides acerca
de cómo se debe comer, que se debe comer, cuándo se debe comer, cómo nos
debemos bañar, cómo hacer deportes, y verán ¡qué calidad de vida! Además, el
que cumple con todas esas leyes, tiene asegurado que jamás se enfermará.
También si tomamos las máximas que nos transmitieron nuestros sabios, acerca de
cómo debemos abandonar el odio, la envidia, el orgullo, y alegrarnos con lo que
tenemos, veremos que viviremos mucho mejor. Todo esto es sin hablar de la vida
en el mundo eterno, que esa vida sí es vida. El segundo ejemplo lo encontramos
también en nuestra Parashá, específicamente cuando se habla del esclavo hebreo.
Desde un punto de vista superficial todos se preguntan: ¿acaso un judío puede
ser esclavo? No puede ser, es desconcertante. Pero la Torá nos enseña que el
que roba deberá ser vendido como esclavo, otra vez desde un punto de vista
superficial, no aparenta ser lógico, pero al final, veremos que la Torá tiene
razón. ¿Por qué? Analicemos lo que hacen hoy en día, en el mundo moderno y
avanzado. ¿Qué castigo merece un ladrón? La cárcel, diez años, cinco años,
veinte años, todo depende de lo que robó. Imaginémonos un joven que le arranca
a una mujer su cartera, llena de dinero, la cadena de oro, y se escapa, pero al
final es atrapado por la policía. Le decretan tres años de cárcel. En esa
cárcel, ¿con quién se rodea? Seguramente que no se rodea con gente sana, sino
con ladrones, violadores, asesinos. A lo largo de su estadía en la cárcel, este
joven es entrenado, por esos delincuentes, cómo robar bancos, cómo escaparse de
los policías, qué se le dice al juez… En
resumidas cuentas, después de tres años en la cárcel, sale graduado de
ladrón profesional de la mejor universidad en la materia de toda la ciudad.
Desde el día que sale, empieza a trabajar. Ni hablar del dinero, ni de la
cadena de oro, que le robó a esa mujer, esto jamás aparecerá. Si la mujer tiene
suerte, que se cuide de que no se vengue, este joven que fue encarcelado,
durante tres años, por culpa de ella. Por otro lado, la línea de pensamiento de
la Torá es diferente. Cuando se atrapa al ladrón, quien robo seguramente porque
no tenia lo qué comer, si no tiene cómo cancelar lo robado, se le manda
directamente a trabajar a la casa de quien él robó. Con sus horas de trabajo va
pagando el importe total de lo robado. En ese hogar recibe un trato cálido,
tanto es así, que la Guemará dice que el que adquiere un esclavo, es como que
hubiera adquirido un patrón. El patrón está obligado a darle honores, comida, y
si en la casa hay solo una cama, el esclavo es quien la usa y no el amo. En ese
hogar es donde aprende el esclavo a comportarse correctamente, sin dañar a los
demás. Después de unos años de trabajo, que jamás excede los seis, el patrón
está obligado a darle, a ese esclavo, de sus bienes, un poco de ganado,
cosechas de uvas y de granos, para que emprenda su vida de nuevo, con
bienestar, para que más nunca vuelva a robar. Entonces, ¿Quién tiene razón, la
Torá o la justicia moderna, nuestra forma de pensar o la de Dios? Un tercer ejemplo, lo encontramos en nuestra
Parashá, la Toráhabla de las bondades del hombre para el hombre, de la caridad.
Analicemos, qué piensan las personas al respecto. Muchos piensan que si dan el
diezmo, se vana empobrecer. Si finalmente lo dieron, el pobre le debe agradecer
toda su vida. Pero, vamos a analizar qué piensa la Torá de esto. Si finalmente
diste, ganaste. Cuando des dinero al pobre, agrádesele por recibirlo de tí.
Pero, ¿por qué la Torá piensa así? Porque el dinero que posee la persona, no le
vino por sus propios méritos, sino que Dios fue quien se lo dio. Tal y como lo
dice el versículo de Proverbios: “El rico y el pobre se encontraron, Dios
es quien los hizo así”. Los comentaristas explicaron que todo el mundo piensa
que los ricos son ricos porque son personas sabias, saben cómo hacer los
negocios, etc. Y que los pobres, son pobres porque son menos capacitados y
estudiados. Pero cuando se encuentran, nos daremos cuenta que el pobre es más
sabio que el rico, quien no sabe ni siquiera diferenciar entre la izquierda y la
derecha. Entonces, es cuando entendemos
que todo depende de Dios, Él es quien lo hizo.
La riqueza no viene por la
sabiduría, ni la pobreza por la ignorancia, estas son cuentas divinas. Es por
esto, que Dios nos ordenó a dar diez por ciento de nuestro capital a los
pobres. Si se lo damos, entonces nos bendecirá, como lo dice en nuestra Parashá
(Deuteronomio 15:10), ¿por qué? ¿Acaso que por eso Dios te bendecirá? Dios sí
te bendecirá porque está observando que estás ayudando a los demás, y por eso
te multiplica tus ganancias. Entonces no podemos ver como que estamos
perdiendo, sino que debemos ver que estamos ganando. Entonces, ¿Quién tiene que
agradecer a quién?, ¿Qué le diste al pobre? Dinero, comida, pero ¿Qué recibiste
de Dios, a cambio de eso? Bendiciones, protección de la muerte, entonces,
recibiste vida. Incluso en el mundo venidero, si diste cien dólares, recibirás
cosas que, ni siquiera con un millón de dólares, podrás comprarlas. ¿Quién
recibió más que quién? ¿Quién debe agradecer a quién? Por eso, cuando le
preguntó Naomí a su nuera Ruth, quien era una mujer pobre que iba a recolectar
las sobras de los campos, ¿Quién es ese buen hombre que te permitió agarrar
espigas de su campo? Ruth le respondió: El hombre, a quien le hice el favor de
recolectar de su cosecha y no de otra, se llama Boaz. Esa respuesta no es un
descaro, sino que es la realidad, porque el rico siempre recibe más de lo que
da. Entonces, ¿quién tiene razón, la Torá o nosotros? Siempre, desde un punto
de vista superficial, las palabras de Dios son ilógicas, como los hijos que
piensan que sus padres siempre se equivocan, solamente cuando crecen se dan
cuenta cuánta razón tenían sus padres. Así ocurre con la Torá. Que sea la
voluntad de Dios que nos abra nuestro entendimiento y captemos sus enseñanzas
tan sabias y verdaderas, su visión correcta de las cosas, para que así podamos
siempre escoger el camino de la vida y del bien. Amén.
Tomado de las alturas de mi pueblo.