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    HACEME UN FAVOR ¡HABLA LASHON HARA! ASI ME REGALAS TODOS TUS MERITOS




    Esta es la ley del leproso en el día de su purificación…(Vaikra 14,2).
    En libro “Jovat Halevavot”, y también está escrito en el “Shemirat Halashon”, en nombre del primero, encontramos un hecho por demás particular, dice el rab hagaonShlomo Levinstein Shlita…
    Imaginemos a un hombre que, después de los ciento veinte años, llega al Cielo. De repente, se pone pálido y dice: ¡un momento!, ¿qué pasa aquí?
    ¿Por qué señor, cuál es su problema?, le pregunta un Angel.
    Estoy viendo mi estado de cuenta, y me falta una gran cantidad de méritos. Cumplí este precepto y este otro, y no están registrados. Alguien no los ha colocado, o tal vez la computadora tendrá un virus, o un Hacker experto ha alterado los sistemas…
    ¿Dónde están todas mis inversiones? Aquí no hay justicia. Alguien me está robando…
    Pero, en el Cielo, no hay errores, todo está a la vista.
    Le contestan: toda tu pérdida se debe al Lashon Hara que hablaste.
    Lo mismo ocurre en sentido inverso.
    Hay muchas personas que, lamentablemente, llegan al Cielo sin ninguna esperanza. Están seguros de que no podrán afrontar el Juicio y que no tienen ninguna posibilidad de defenderse, porque no han cumplido los preceptos que Hashem nos ordenó. No sólo eso, sino que no han hecho ninguna buena acción que incline la balanza en sentido contrario.
    Y cuando se presentan ante el Tribunal Celestial, la gran sorpresa: están llenos de méritos, tantos, como para estar tranquilos.
    ¿De dónde han florecido estos méritos para mí?, pregunta.
    Y le contestan: llegaron gracias al Lashon Hara que otras personas dijeron sobre tu persona.
    Imaginemos la siguiente escena:
    Un hombre justo, no puede contenerse, y habla Lashon Hara sobre un hombre malvado. Pasaron unos días, los dos mueren y sus almas llegan al Tribunal Celestial.
    El justo ingresa y recibe golpes a montones departe de los Malaje Hajabala (Angeles cuya función es golpear).
    Y comienza a gritar: “yo no hice estos pecados”….
    Pero inútil es gritar, nadie escucha sus gritos, y lo ingresan al Gueinom. Allí, él tiene que soportar sufrimientos terribles.
    ¿Y qué ocurre con el Rasha (malvado)? Contrariamente a lo ocurrido con el Tzadik, será muy bien recibido en el Cielo, con lo cual entrará, alegre y con el corazón contento directamente al Gan Eden.
    Y él no pregunta nada, ni reclama. ¿Para qué? Todo está mucho mejor de lo que esperaba. Es preferible quedarse callado y no preguntar.
    En Shabat, sacan a los malvados del Gueinom y los ingresan al Gan Eden.
    Allí se encuentran nuevamente estos dos hombres y el hombre justo ve que el hombre malvado es uno de los habitantes del Gan Eden. Pero los dos tienen el mismo signo de pregunta en sus rostros.
    Ninguno de los dos sabe por qué sus lugares han sido aparentemente cambiados.
    Y el que más quiere saber es el hombre justo, y le cuenta al malvado sus penas: dicen sobre mí, que desprecié las normas de Kashrut en mi alimentación.
    Y en verdad, nunca en la vida descuidé el Kashrut en los alimentos. Por el contrario, siempre fui más que estricto, verificando el origen de cada alimento, y que su certificado de aptitud esté siempre respaldado por los rabanim más rigurosos.
    Eso lo hice siempre, con mucho cuidado, y con cada alimento que ingresé en mi boca…
    ¿Y cuándo dicen que comiste alimentos que no eran aptos?, se interiorizó el malvado.
    Afirman que estuve en determinada casa de comidas que servían comidas sin supervisión, en tal día y a tal hora…
    Muy interesante, dijo el malvado, en ese preciso lugar yo estuve comiendo, ese mismo día y a esa misma hora…
    Y lo más asombroso, agregó el hombre justo, es que yo estoy en el Gueinom y vos estás en el Gan Eden…
    Si querés podemos agregar más asombro a tu asombro, dijo el malvado. ¿Querés saber lo que dicen sobre mí? Andan diciendo por ahí que en mi vida conseguí descubrir grandes secretos de la Tora, y que los recopilé en varios libros.
    ¿Puedo escuchar alguna de las novedades sobre la Tora que revelaste al mundo?, preguntó el hombre justo…
    El malvado comenzó a decir palabras de Tora, y a medida que seguía con su exposición, la cara del justo se ponía como el color del carbón que podemos ver en los bordes de las ollas.
    No puedo creerlo, exclamó el justo, esas son las palabras que yo mismo escribí.
    En ese momento el hombre justo podía reconocer: ahora todo está muy claro, comprendo todo lo que pasó…
    Todo sucedió a causa del Lashon Hara que hablé sobre tu persona dos días antes de morir.
    Este Lashon Hara que yo hablé te limpió de todos tus pecados y de todos los errores que cometiste. Y toda esa carga de transgresiones las recibí yo en tu lugar.
    Y no sólo eso, muchos de los preceptos que yo cumplí, fueron sacados de mi cuenta y sumados a la tuya…
    Esto es lo que escribió David Hamelej (Tehilim 19,10): las leyes de Hashem son verdaderas, y juntas harán justicia. Entonces podemos preguntar, ¿cuándo diremos que las leyes de Hashem son verdaderas y justas? Cuando estén juntas…
    Cuando el hombre justo que habita en el Gueinom se encuentra con el malvado que mereció estar en el Gan Eden. Cuando ellos mismos pueden comprobar que sus lugares se han intercambiado.
    Porque hasta ese momento, mientras uno no haya visto al otro, seguírian con la duda, no podían comprender el por qué de la ubicación de cada uno de ellos, frente al trabajo que habían realizado en el Olam Haze.
    Pero cuando los dos se encuentran, todo se puede entender muy bien. Cada uno recibió el mundo venidero del otro, a causa del Lashon Hara.
    Y hay otro versículo que dijo David Hamelej, que tiene mucha relación con nuestro tema (Tehilim 69,13): y hablaron mal de mí los que se sientan en los portones (de la ciudad. Los jueces, las personas importantes), y los borrachos me cantaban (canciones sobre mí).
    David se siente dolido por estas personas que hablan mal de él, y considera que, simplemente, están borrachos.
    Y preguntan nuestros sabios: ¿Qué quiere decir el rey David, que un Rosh Ieshiva, o uno de los sabios más grandes de Israel, son los que dicen palabras de desprecio hacia él?
    La respuesta es muy sencilla. David Hamelej sostiene que no existe ninguna razón lógica para los que hablan Lashon Hara sobre él. Por eso, a los que hacen así, que hablan a pesar de no obtener nada a cambio, que hablan sin que el hablar les aporte ningún beneficio, los llama borrachos.
    ¿Y cuáles son los méritos que ellos tienen?
    Veamos: si decimos que son gente importante, si personas sabias hablan sobre él, Lashon Hara, al menos David obtendrá, gracias a que lo desprecian, un premio muy importante. Ya dijimos que quien habla Lashon Hara, pierde sus méritos y recibe a cambio los pecados de la persona de la cual habla.
    Por eso David dice que si un gran sabio habla mal de él, su premio será algo para no desperdiciar, ya que todos los méritos de este sabio pasarán a sus manos. Y así, solamente soportando la vergüenza, logrará que el sabio que hizo Lashon Hara le entregue todo su mundo venidero.
    En cambio, de los borrachos, de la gente sin educación ni méritos, David ya sabe que no podrá obtener nada. Sabe que no tienen méritos.
    Entonces, ¿de qué le servirá que estas personas hablen Lashon Hara? Personas que pasan su vida sumergidas dentro de un vaso de vino, no pueden darle nada al rey David.
    Pero Jalila pensar que David Hamelej espera que hablen Lashon Hara de él para beneficiarse. Simplemente que, si ya hablaron Lashon Hara de él, prefiere, sin lugar a dudas, que la persona que hizo maledicencia, sea una persona que, al entregarle sus méritos, pueda sumar algo más a sus méritos propios.
    Traducido del libro Umatok Haor.
    Leiluy Nishmat
    Israel Ben Shloime z”l
    Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
    Cortesía: Rab Gabriel Guiber.


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